" En este mundo dominado por el mal, nadie se salva por la Fe, sino por el conocimiento" Gnósticos
lunes, 26 de febrero de 2007
Charla con el escritor Salvador Fleján sobre Lolita
Salvador Fleján destacó aspectos que desentrañaron con mayor profundidad la novela. Nos habló de la vida de Vladimir Nabokov que a los cuarenta y un años tuvo que irse a vivir a Nueva York luego de una infancia opulenta en Rusia. Sobre el criterio de este autor ruso para el que la realidad sólo tenía sentido cuando tenía que ser tergiversada por un escritor. Nos sugirió considerar los elementos cruciales que marcan el desarrollo de la novela Lolita y los factores psicológicos de uno de sus personajes principales: Humbert Humbert. Para Nabokov: ‘ Su pedagogía fue una brillante defensa de la arbitrariedad’. Estableció relaciones con otras narraciones del mundo literario y del cine. Nos alentó a dar opiniones sobre lo que él exponía, y a compartir nuestros pareceres con relación a la novela. Si bien la estructura de esta novela, es lineal, subrayó el estilo narrativo de la primera y tercera persona tan usadas por Nabokov en Lolita, en un mismo personaje.
Juan Villoro, dice en su estupendo ensayo sobre Lolita ("La piedad del asesino") muy recomendado en la lista de títulos imprescindibles por Salvador Flejan: ‘ (Humbert) en su relato, alterna la primera persona con la tercera y se convierte en fantasma de sí mismo. La tercera persona le sirve como adecuada careta social o como teatro de los puntos de vista’.
Esto es muy importante en esta narrativa, pues, como dice Villoro: ‘En un giro burlesco adicional, el lector es tratado como si dispusiera de una mente despejada y serena, una inteligencia mesurada que sabrá ponderar y en cierta forma mitigar los arrebatos del monstruo sensible que cuenta la historia. ...La trama gana en fuerza y poder de convicción si incluye los apasionantes enredos que se pasan para narrarla. Con evidente ironía, el acucioso Nabokov se refiere en Lolita a “las exasperantes vaguedades del autor”. Alérgico a la línea recta, dedica un cambiante acoso a sus temas, y aunque descarta esta técnica como los devaneos de un relator ansioso, nos somete a ella para demostrar que, en contra de la opinión del respetable señor Nabokov, sus narradores sucumben a fascinantes distracciones’.
Como Villoro, Salvador Fleján, nos habló de que ‘la conquista de la imaginación dependía de un pacto peculiar con el lector’.
© Miriam Mireles y E. Zamora
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