lunes, 30 de abril de 2007

CLARA "llamadas telefónicas"

bolaño y yo


No es la apacible necesidad del artista, sino unas enormes ganas de salir corriendo a la máquina de escribir, y decir lo que lo deja sin dormir, o lo que desvela a Bolaño, sobrevivir verbalmente.

Con Bolaño me he vuelto más impresionable. La vida ha insistido en explicarme una y otra vez sus reveses, me envía mensajes y consejos, y Bolaño sin querer me lo ofrece en una de sus sublimes bandejas en forma de libro que aparentan no decir nada. Cada cuento tiene un párrafo que me detiene, me hace parar y dirigir mi mirada hacia lo alto, como buscando lo que falta, me obliga cerrar el libro y pensar en ese encuentro, en ese momento instantáneo, me dice algo revelador, sin escrúpulos.

Clara, es una de sus llamadas telefónicas, (quiero decir, es uno de sus cuentos) una muchacha aun, de diecisiete años de la que se enamoró y como suele suceder, sin saber porqué. No tuvo nada con ella, y sin embargo lo tuvo todo. Una joven sin aspiraciones y por ende sin fracasos, pues el que no aspira a nada, seguro no perderá nada. Pero, netamente, Clara es una perdedora en una realidad avasallante donde las posibilidades de entenderse tienen más garantía. A su vez está inmersa en una dinámica semejante a la de una semilla del crecer sin rumbo. Clara, es terriblemente resplandeciente y a la vez es una tiniebla común, incapaz de apasionarse. Sólo algunas veces busca el éxito pero se encuentra con un futuro donde su lugar siempre es el segundo, de nuevo no sabe a donde va, incluso ganando el concurso de belleza, su primer fracaso en esta historia, que acaso nos asoma algo similar por suceder. Clara fracasa en sus dos matrimonios, es desastrosa en su vida sexual, en la amistad, en los estudios intentó todo, y principalmente en la vida, hablaba de ella misma en tercera persona. No resiste, y muere pronto (aunque con un hijo y con un tercer marido) ...“en el fondo era una desesperada”, dice él, “Una Clara a la que yo jamás podría conocer, acariciar, ayudar. Una Clara que jamás me podría salvar””...desde hacía veinte años le estaban ocurriendo cosas, todas pequeñas y jodidas, todas llenas de mierda y sonrientes...”...“una pobre cuarentañera temblorosa y perdida”

Ayer, me acorde de este cuento, vi una película cuyo nombre no quiero mencionar, no va de este tema, (no está mal pero me aburrió sobremanera). La película de una pareja cuyo principio fue el final. Su única felicidad fue cuando hablaron largamente el primer día de su noviazgo, adentrándose en el mar.

Sólo en dos párrafos de este cuento hay la “felicidad” digamos que plena, lo demás es pura dimensión humana de Bolaño, es decir, la miseria, el fracaso, la desesperación, la amargura, las pastillas que tomaba Clara para seguir viva. ¿El derrotado es él personaje masculino, o es ella?
E. Zamora ©


"... en todo el tema cinematográfico no tengo ningún tipo de problemas porque pienso que es un obra paralela, no tiene nada que ver con Roberto. Es otro artista que está generando otra obra, por lo tanto no me siento en absoluto responsable de que se respete o no se respete a Roberto. Si una versión cinematográfica de una de sus obras es mala, es la versión cinematográfica, no la obra".
Carolina López (viuda de Bolaño) El mercurio 15 de abril del 2007

viernes, 27 de abril de 2007

Bolaño

por Ingrid Melizán


Conocí a Bolaño a través de una entrevista que proyectaron en un foro de ReLectura. Tengo que admitir que lo que más me llamó la atención fue su humildad. El español que lo entrevistaba lo comparaba con grandes escritores de la época y de otras y el realmente no se lo creía. Hay una frase que recuerdo que me llamó mucho la atención cuando hablaba de la juventud, “se corrompe la infancia”. La sociedad nos va corrompiendo la infancia y en ese proceso desgarrador hay personas como Roberto Bolaño que deciden ser escritores. Bolaño, resaltaba el entrevistador, es uno de los narradores hispanohablantes más notables de este siglo.
En su libro de cuentos “Llamadas telefónicas” me impresiona la forma de narrar tan sosegada y modesta con la que describe las cosas mas sórdidas de la condición humana. No provoca prisa en leer el desenlace, uno va leyendo como los personajes atraviesan situaciones precarias, humillantes, atroces como si fuera una receta de cocina en la que el experto en la receta describe los ingredientes para preparar un suculento desastre personal de vida.
No utiliza grandes adjetivos, ni frases pomposas, ni verbos rimbombantes, tampoco da soluciones, ni analiza las situaciones, a veces se acuerda vagamente y muchas ni recuerda. Sus personajes tienen una vida gris, no llegamos realmente a conocerlos, sólo los vemos moverse en el tablero como piezas de una corrompida sociedad.
Ingrid Melizán ©

lunes, 23 de abril de 2007

con Bolaño estamos advertidos

Tertulia con Rodrigo Blanco Calderón


Roberto Bolaño a mi modo de ver era un tipo intrépido, por ello difícil de acceder, de repente pienso que se me escapa, temo que al final de un cuento me aburra, me decepcione, tire por la ventana su alma como se bota el aire. Pero no, me levanto de nuevo y se me aparece sin el pecado del hastío. Me pregunto, como es que puede contar cualquier historia de una manera tan nítida, sabemos que la vida escapa a eso, y a la vez Bolaño puede conjurar lo temible de la vida con su lado banal. Te saca de la pesadilla y te mete en otra, en la verdadera, en la que no habías deparado nunca. Encuentro que la angustia no era aquella. Leyendo a Bolaño se me revela la abundancia de lo cotidiano, la fecundidad de su visión del mundo por escrito, parece tener ojos de múltiple vista como los de un animal suelto en la selva, que se devora toda la naturaleza o simplemente la entiende.
Rodrigo Blanco en nuestro encuentro de sábado en la tarde, un catorce de abril, yo tomando té, después de mis peligros nocturnos, Ingrid devorándose un delicioso pastel de limón con un marrón corto y los demás sedientos de agua, nos explica que para Roberto Bolaño los que hacen literatura tienen que tener presente que la escritura es lo mas miserable que hay, esa es su dimensión. Bolaño abandona la literatura por la experiencia. Los escritos son producto de un fracasado. La literatura para Bolaño está plagada de canallas. El escritor es aquel que lo derrota el lenguaje, es aquel que lo derrota el tiempo. El que desea empezar a escribir tiene que esperar a ser derrotado, todo para lograr un pedazo de vida.
Esta reunión con Rodrigo fue bastante esclarecedora, pues Bolaño le enreda la cabeza a uno, insisto todo para aclararla, contradictorio, pero ese es el juego de Bolaño.
Nos habló de la evolución de su álter ego ‘Arturo Belano’, que discurre en diferentes obras literarias, y crecen juntos. Es Arturo Belano y Roberto Bolaño. Su espejo.
Gracias Rodrigo por un sábado de Abril, junto a este escritor chileno.
Eurídice Zamora ©

jueves, 5 de abril de 2007

roberto

B O L A Ñ O


...y cuando di por terminada la conferencia, con un final abrupto, tal como entonces me gustaba acabar cualquier conferencia, la gente se levantó, aplaudió tímidamente y se marchó corriendo a consultar el afiche de la entrada, y cuando yo salí, acompañado por el poeta mexicano Mario Santiago, que siempre iba conmigo y que seguramente se había dado cuenta de mi error aunque no me lo dijo por que para Mario los errores y los gazapos y los equívocos eran como las nubes de Baudelaire que pasan por el cielo, es decir que hay que mirar pero no corregir....
...
Aunque también es verdad que la patria de un escritor no es su lengua o no es sólo su lengua sino la gente que quiere. Y a veces la patria de un escritor no es la gente que quiere sino su memoria. Y otras veces la única patria de un escritor es su lealtad y su valor. En realidad muchas pueden ser las patrias de un escritor, a veces la identidad de esta patria depende en grado sumo de aquello que en ese momento está escribiendo. Muchas pueden ser las patrias, se me ocurre ahora, pero uno solo el pasaporte, y ese pasaporte evidentemente es el de la calidad de la escritura. Que no significa escribir bien, porque eso lo puede hacer cualquiera, sino escribir maravillosamente bien, y ni siquiera eso, pues escribir maravillosamente bien también lo puede hacer cualquiera. ¿Entonces qué es una escritura de calidad? Pues lo que siempre ha sido: saber meter la cabeza en lo oscuro, saber saltar al vacío, saber que la literatura básicamente es un oficio peligroso. Correr por el borde del precipicio: a un lado el abismo sin fondo y al otro lado las caras que uno quiere, las sonrientes caras que uno quiere, y los libros, y los amigos, y la comida. Y aceptar esa evidencia aunque a veces nos pese más que la losa que cubre los restos de todos los escritores muertos. La literatura, como diría una folklórica andaluza, es un peligro.
.... y una cosa está clara: don Rómulo no se me puede aparecer en sueños por la simple razón de que no puedo dormir. Afuera cantan los grillos. Calculo, a ojo de buen cubero, que serán unos diez mil o veinte mil. En el canto de uno de esos grillos tal vez está la voz de don Rómulo, confundida, dichosamente confundida, en la noche venezolana, en la noche americana, en la noche de todos nosotros, los que duermen y los que no podemos dormir...

Roberto Bolaño 1999 parte del discurso al recibir premio Rómulo Gallegos