" En este mundo dominado por el mal, nadie se salva por la Fe, sino por el conocimiento" Gnósticos
martes, 8 de mayo de 2007
ROBERTO BOLAÑO
Roberto Bolaño
“Más Vivo más sano”.
Keyla Georgina Vergara Moreno ©
“Leer es como navegar en un océano de conocimiento. Para no seguir navegando en el pantano de la ignorancia”. Este pensamiento de autor desconocido, me motivo a buscar más conocimiento; se que esto se puede lograr leyendo, y leyendo mucho. Esta corriente de querer aprender más, fue la causa fundamental de entrar al grupo de lectura Sírculo. Sabía que al incorporarme a un grupo de lectura aprendería, conocería a personas que supieran más que yo, sobre literatura y analizaran de forma admirable las ideología de diferente escritores.
Este pensamiento fue confirmado el 14 de Abril, día en que el grupo junto a Rodrigo Blanco discutimos un libro de Roberto Bolaño. Debo reconocer que para el momento en que me informaron que el libro que leeríamos en el mes de marzo seria “Llamadas telefónicas”, me sentí totalmente una humilde ignorante, ya que sólo vino a mi mente una banal idea de que Roberto Bolaño tenia un apellido mas perecido a un italiano que a un chileno.
Toda esta ignorancia me llevo a devorarme el libro, el cual pensé que era una novela; pero que resultó ser un libro de cuentos. No trataré de analizar a Roberto Bolaño, porque nunca sabré si todo lo que pueda decir de sus escritos, sea como él quiso expresarlo. Lo que si puedo decir es que me gustaron todos los cuentos, ninguno en particular, porque cada uno tiene personajes, que sufren, (Llamadas telefónicas) se enamoran (Otro cuento Ruso), discuten (Detectives) se impresionan (El Gusano) y hasta se alejan del mundo real (Henri Simón Leprince).
Me gusto esa forma de escribir en primera persona de Roberto Bolaño, uno se llega a preguntar si cada uno de esos personajes fueron en algún momento él, sus descripciones son enganchables, logra que uno quiera a los personajes por muy despreciables que ellos fueran, como el cuento de Enrique Martín, quien quería ser alguien en el mundo de la literatura, pero que no creía en sus escritos, y quien siempre esperaba una aprobación de su amigo.
Lo que me sorprendió de “Llamadas telefónicas” es que ningún cuento termina con el característico final feliz, esto me agrado ya que la vida no es precisamente un final feliz, y leer como Bolaño describe el mundo de los escritores, es simplemente atrayente, describe a ese mundo como lo infame de la literatura latinoamericana.
Como el mismo dijo una vez “el oficio de escribir, es un oficio de perdedores”, pero en esto si puedo opinar y te diría Bolaños que tu nunca fuiste un perdedor, porque sin quererlo, haz hecho que mucha gente, se enamore y se embarque en una constante admiración a tus escritos, como es el caso de EZ. Miembro fundador de Sírculo.
viernes, 4 de mayo de 2007
Bolaño niño
P-¿Son para ti los libros tan necesarios como el pan, como el aire, como el agua?
-Sí,....en mi caso ya es una obsesión: compro libros y a veces ni siquiera los leo, los acaricio. Tengo muchos libros. Y algunos no los he leído y sé que no los voy a leer jamás, pero de cuando en cuando los hojeo, pues me gusta tenerlos cerca.
-Fetichismo.
-No, no es fetichismo. Bueno, sí, es una forma de fetichismo. Es como coleccionar cromos. Yo cuando era niño coleccionaba cromos... No recuerdo cómo se les dice en Chile a los cromos.
-Láminas.
-Bueno, en los años sesenta, a principios de los años sesenta, se les llamaba de otra manera, pero para mí los libros vienen a ser casi lo mismo. Es decir, si me faltaban tres láminas de la selección brasileña, iba a por ellas, y si me faltan dos Stendhal, pues voy a por ellos.
-A como dé lugar.
-A como dé lugar. Hasta tenerlos todos.
Roberto Bolaño
(Extractos del libro "Bolaño por sí mismo”: entrevistas escogidas)
Leyendo “Llamadas telefónicas” de Bolaño.
Es difícil escribir sobre una obra de un escritor y ponerse a tono. Más aún si es famoso. Sobretodo plantearte que dirás algo (y no sé a quien) que interese a alguien (que es mucho pedir), o quizás pensar si habrá algo por el cual interesar a un posible lector. Quizás.
De las obras de Roberto Bolaño leí el libro de cuentos “Llamadas telefónicas” y lo disfruté con una ligera sensación (no tan ligera pero si un tanto) de estar atrapada en una lectura demarcada por un escritor inteligente que no te deja ir demasiado lejos pero tampoco te deja estar demasiado cerca. Podríamos decir que tiene al lector ahí donde él quiere que esté. No le permite mucho entusiasmo, ni subir el volumen, ni tener a la vista abundante color. Cuando me emocionaba por lo que leía, Bolaño me devolvía a su relato. Con una simpleza pero como una fuerza para no dejarme ir. Sólo ahí. Eran extrañas las sensaciones en esta lectura, me sentí retenida en cada una de las muertes, en las fosas del cementerio, en esa mujer Clara que tal vez amó pero que ya no ama y que vive en él en los susurros de sus infortunios amorosos, en lo anodino del Gusano (pero sorprendida de lo que pudieran decir sus lenguas, su camisa ajada y su arma), en ese color gris pálido que no me permitía salir del laberinto que construye Bolaño en su escritura, siempre signado por los intermedios, ni largo ni corto pero siempre manteniéndote atento e interesado, dejándote colgada con sus personajes que (probablemente) no parecen interesarles a alguien, o de los cuales quizás no haya mucho que decir, o con sus situaciones incómodas o intrascendentes, con sus finales abiertos, casi imprecisos. Donde tienes que reconstruir lo que te ha contado porque al parecer no se ha dicho nada. Pero que en lo poco que se ha dicho, se ha dicho todo. Paradójico.
No sé por qué pero me distraje en SENSINI acompañando a Miranda en la búsqueda de unos ojos que brillaban en la oscuridad. Presumo, y no me atrevo a decir que probablemente me equivoque, que ese era el brillo (una linterna) de unos ojos que intentaban mostrar el horror de la muerte en las dictaduras del cono sur. Por cierto, me sentí tras la luz de los ojos de un personaje que no era de este cuento si no de otro “…de los ojos de Gregorio Samsa, que brillaban al fondo de un corredor en tinieblas donde se movían imperceptiblemente los bultos oscuros del terror latinoamericano…”. Siento admiración (pareciera que lo que voy a decir es algo ya dicho antes) por la maestría de Roberto Bolaño al construir de soslayo este Gregorio Sensini para hacer un homenaje a Kafka.
La sensación al terminar de leer este cuento es que Sensini y el narrador son una sola persona, Bolaño.
El cuento “Llamadas telefónicas” me dio por llamarlo cuento algebraico, tal vez por mi cercanía a las matemáticas o quizás simplemente por capricho al ver sus personajes principales: X y B (me imaginaba que eran variables algebraicas que podían ser sustituidas por cualquier nombre). “B está enamorado de X“ así comienza este cuento que es un devenir del desencuentro y de soledad. Se sienten las necesidades precarias y de confusión de lo que vivimos los seres humanos. A veces poco comprensibles por nosotros mismos.
Al seguir leyendo me consigo con el cuento “Detectives”, que es totalmente un solo diálogo (a diferencia del resto de los cuentos). Resuenan en mi, sin explicación alguna, las palabras de Arturo Belano en la cárcel al decidirse mirarse en el espejo y ver qué cara tenía. Él dijo que “no se reconocía”.
Anoche intenté hacer un juego a la manera de Bolaño. Probé a mirarme al espejo después de terminar de leer “Llamadas Telefónicas”. Me asusté un poco con ese pusilánime acto porque, por supuesto, estoy consciente (así quiero creerlo) que no me ha pasado ni una milésima parte de lo que le ocurrió a Arturo Belano en esa cárcel. No ocurrió nada extraordinario tan sólo puedo decir que mientras apareció esa imagen en el espejo, el tiempo de espera, usando una expresión de Bolaño fue una ”eternidad pequeña”.
Miriam Mireles ©
Suscribirse a:
Entradas (Atom)